Hacia una Transformación del Proceso Diagnóstico del Niño

El proceso más importante en el tratamiento de un niño con dicultades de aprendizaje es el proceso diagnóstico. Sin un buen diagnóstico, difícilmente se podrá establecer una hoja de ruta que lleve a una mejora de lo que aqueja al niño o joven en edad escolar.

Sin embargo, “diagnosticar” como alegremente se le conoce, hoy día implica y exige una mirada más a la persona y al entorno académico y familiar que le rodea. En primer lugar, porque las investigaciones y los avances en neurociencias permiten hoy en día contemplar nuevos diagnósticos que hace diez años eran casi impensables. Segundo, porque la velocidad a la que ocurre la educación hoy, aunado a sus elevados requerimientos académicos, urge por re-pensamientos y re-planteamientos de los diagnósticos y las formas de ver los tratamientos para ayudar los cerebros aprendices a adaptarse a las necesidades de la educación actual.

Los nuevos modelos diagnósticos invitan a observar al niño como lo que es y no a conceptualizarlo encasillándolo en una categoría. Se entiende entonces que un niño de seis años es “un niño de seis años” y no “un chico”, dos cosas muy diferentes. Por ejemplo, ser un lector con deciencias no es algo que pueda verse en un simple dato conceptualizado, ser un lector con deciencias, es una interpretación del marco conceptualizado.

Es importante entender que un proceso diagnóstico, si bien produce una impresión diagnóstica no necesariamente implica un cierre del diagnóstico porque éste queda siempre abierto (y esto se debe a que trabajamos con seres humanos que se están desarrollando, por ello, cambian).

El tiempo y la historia también son importantes en el proceso de diagnóstico.
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