Los niños no nacen haciendo caso. La obediencia a los adultos es algo que se aprende, así como la desobediencia. Son conductas a las que nos habitamos desde muy temprano en la vida.
Los adultos deben entender a la desobediencia como un mecanismo de los niños para lograr la atención. El aprendizaje de la obediencia comienza, como todo en la vida, de menos a más. Es decir, de cosas más sencillas a cosas más complejas. Los adultos deben diseñar situaciones en las que los niños tengan facilidad para obedecer.
Es importante que los padres se acostumbren a reforzar positivamente los esfuerzos de los hijos por obedecer, así sea muy pequeño el acto de obediencia. Para empezar, los padres deben dar una o dos instrucciones a obedecer y siempre mirando de frente al niño.